Disculpadnos por el retraso en presentar este primer escrito del 2012 y en desearos a todos un feliz Año Nuevo. Las ocupaciones profesionales se han comido parte del tiempo disponible, pero no por eso hemos bajado la guardia y se ha continuado con la actividad habitual, durante estas semanas un tanto ralentizada en lo referente a las exposiciones, habiendo sido la última la VII Filatélica Catalana, celebrada en Torroella de Montgrí, en la cual obtuvimos una medalla de Vermeil -la categoria entre Plata y Oro-.
Un museo, un archivo, una biblioteca, una colección cualquiera y no importa su importancia, representa un ente vivo, un fondo que a diario suele registrar entradas, salidas, préstamos, cesión de originales para divulgación; y por parte de sus responsables una ingente tarea de clasificación, inventariado y mantenimiento. Por este motivo y aún en momentos de aparente aminoramiento de la marcha, se continua vivos y preparando nuevas actividades.
Entre esos trabajos, recordamos los artículos que continuamos escribiendo para la revista mensual El Eco Filatélico y Numismático, seguramente la más conocida y una de las de mayor solera de habla hispana. En una publicación filatélica no podia faltar la Cartofilia, el mundo de las tarjetas, por entender nosotros que estas cartulinas, cuando son circuladas, se pueden convertir en el efecto postal más completo (sellos, matasellos, otras marcas, ilustraciones y textos).
Dentro de la serie que denominamos “Cuadernos de Cartofilia”, la magnífica revista de Pamplona, que dirige desde hace bastantes años Isabel Bengoechea, en estos últimos números está tratando las postales desde el punto de vista de sus más dispares y fabulosos soportes. Las expresiones artísticas y artesanales que se muestran a través de las tarjetas son encomiables, y no siempre conocidas por el gran público, que en los últimos tiempos prácticamente utiliza en su totalidad ejemplares topográficos, aquellos que se suelen enviar desde los puntos turísticos y que muy raramente muestran primeros planos de personajes locales, del folklore, del costumbrismo y otros símbolos particulares de cualquier lugar.
En anteriores artículos hemos comentado aqui la belleza y el mérito tanto de haber confeccionado como conservado piezas realizadas en ropa, cuero, corcho, madera, aluminio, celuloide, bordados, con apliques de cabellos artificiales y humanos, plumas de aves, piezas plastificadas, e incluso pequeñas reliquias de santos. La plasticidad de estas postales es tal que no pasan inadvertidas, ni para los no aficionados.
Las temáticas por consiguiente, al margen de la clásica topografia, facilitan un sinfin de posibilidades, variantes, y plasmación de gustos y aficiones. Incluso resultan más asequibles que las correspondientes a pueblos y ciudades concretos. ¿Cuántos apartados se pueden tocar, 200, 300, 400…? Incalculable.
En breves fechas veréis la incorporación de nuevas postales y documentos diversos de nuestro Archivo
Xavier