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    Si bien por regla general han existido unos tamaños preestablecidos para las tarjetas postales desde su creación, siendo los más corrientes la medida 14 x 9 en los ejemplares que llamamos antiguos, y de 15 x 10 para los semi y modernos, y que las administraciones postales han recomendado y vigilado una normalización más que nada para facilitar la manipulación de los efectos, lo cierto es que al tratarse de ediciones particulares, o empresariales, la anarquia hubo un tiempo en que estuvo generalizada.

    En los albumes que dedicamos a la historia de la postal a través de sus variaciones y rarezas, podemos ver en este sentido tarjetas gigantes con medidas de 30 x 25 centímetros, y de ahí bajando hasta unas de 4,2 x 2,9 centímetros. Ya os podéis imaginar que en estas últimas resultaba dificilísimo adherir el sello para que pudiera circular, mientras que los textos debían ser auténticas miniaturas.

    Existen otros ejemplares que aunque respetan las medidas estandars, los confeccionaban de manera doble, triple, y hasta de 6 cuerpos en línea horizontal. Sólo uno de ellos solía llevar impresa la leyenda de rigor, “Tarjeta postal…” , y una vez debidamente doblados y cerrados, quedaba a la vista esa única cara para cumplir los requisitos del sello, dirección y texto (aunque este podía quedar fuera de la vista al haberse escrito en los demás cuerpos no visibles).

   Este tipo de tarjetas dobles, triples, cuadruples… resultaban idóneas para imprimir vistas generales de ciudades y paisajes, por la amplia perspectiva que conseguían. En toda colección que se precie debería haber algunos modelos de tal variedad, que como decimos entran en el apartado topográfico. En cuanto a la temática, evidentemente que se presta para grandes vistas, pero se recurría a otra disciplina, la de las series, generalmente numeradas, y que solían arrancabar de las 6 unidades. Estas series se destinaron casi en su totalidad a la temática romántica, representando un aliciente más, y una gran dificultad evidentemente, el intentar conseguir completarlas, como sucede con los albumes de cromos.

    En el correo español, actualmente la carta debe cumplir unas dimensiones máximas de 90 cm. sumando el largo, alto y ancho, sin que la mayor dimensión supere los 60 cm. Las mínimas, deben ser de 14 x 9 cm., por lo que las tarjetas actuales cumplen la normativa al hacer generalmente más de 15×10 cm.  Las tarifas para Europa son de 0,65 e. y para el servicio nacional de 0,35 e., para los efectos normalizados hasta los 20 gramos.  La realidad es bien otra, aunque haya que pagar de más, ya que podemos ver cartas, rollos/tubo, paquetes y demás artículos de cualquier tamaño, lo cual no desagrada a Correos obviamente, encontrándose como está en dura competencia con las empresas particulares de mensajeria.

      Todo esto, en lo referente al tamaño de las tarjetas, mientras que en cuanto a variedades de soportes, la relación resultaría muy exhaustiva, casi interminable, si tenemos en cuenta los materiales utilizados, no siempre a base de cartulina o papel, apartado este que trataremos en un próximo artículo.

      Xavier