Resulta innegable que el tema del dia es la situación econòmica, la crisis, los vaivenes de los mercados, las especulaciones, los déficits presupuestarios de cualquier institución, incluso los de los mismos Estados. Podemos tener un plan de jubilación, un fondo de pensiones, unos ahorros a plazo, pero una parte de la cantidad depositada puede volatilizarse de la noche a la mañana y dejarnos un poco más pobres, o con menos dinero. Ello hace que la gran preocupación sea la de jugar sobre seguro, y como no todos podemos acceder al oro y otros productos solventes, os proponemos invertir en postales antiguas.
Con este coleccionismo/inversión ya de entrada lo disfrutamos, nos enriquecemos culturalmente, y hasta las adquisiones las podríamos considerar como a fondo perdido. Ahora bien y a diferencia de lo que sucede con otro tipo de hobbys, caprichos, u ocios que una vez disfrutados y comidos, sólo nos quedaria el recuerdo, cuando se gasta en otro tipo de bienes duraderos la inversión puede rentabilizarse sobradamente. Por otra parte y como secularmente viene sucediendo con los artículos artísticos y documentales, su cotización, su valor siempre aumentará, aunque sea a medio y largo plazo, y difícilmente puede bajar. Eso sí, recomendamos ser muy precavidos, negociar, no pagar las ganas, y comprar lo más barato posible.
La inversión en tarjetas postales y otros documentos similares, la consideramos buena siempre y cuando la realizemos en condiciones ventajosas, y se trate de piezas poco corrientes, no importa su antigüedad (por ejemplo, el material alusivo a la guerra civil española, muy raros, pueden valer 100 veces más que otros más antiguos). Lo de calidad y escaso, siempre tendrá compradores y una buena salida.
Un objeto tangible portador de unas mínimas garantías e interés, nos dará de entrada la satisfacción de poderlo ver, leer, recrearnos con sus mensajes e ilustraciones. Lo clasificaremos y guardaremos. No tendrá ningún otro costo añadido, y cuanto más tiempo pase mejor, más valdrá. Como quien dice, ¡olvidémosnos¡. No hay que darle de comer, y siempre lo tendremos ahí.
No queremos entrar en el tema precios, pues como comentábamos en un artículo anterior esto es muy subjetivo y cada pieza tiene su historia y valor. De todas formas y si alguien no muy introducido en este campo quisiera realizar una inversión, le recomendamos seriamente que busque asesoramiento en algún erudito, en aquellos coleccionistas avanzados, que a lo largo de los años han venido aprendiendo, en ocasiones a base de equivocarse y tropezar en el capítulo económico.
Para acabar, diferenciar entre el coleccionista y el inversor nato. El primero preferirá entrar 500 piezas de 1 euro, antes que 1 sola de 500 euros. Con ello consigue el beneficio añadido de la cultura y un sano entretenimiento, y quién sabe, si alguna modesta pieza ya le puede representar un beneficio de 10, o de 20, nada más tocarla. Se habrá ganado un interés del 1000 por cien o más, cuando comparando ya vemos las miserias que nos dan los bancos, además cobrando comisiones y sin garantías de mantener el poder adquisitivo. Quien no disponga de tiempo para entretenerse y para el estudio, que vaya entonces por las unidades raras y caras.
¿Compradores?: Otros coleccionistas, el comercio especializado, y también las instituciones, que dedican una parte de su presupuesto de Cultura y Archivos para esta finalidad, la de incorporar patrimonio documental de su ámbito de influencia, y así ir enriqueciendo los fondos para disfrute de la comunidad y para su conservación por los tiempos de los tiempos.
Xavier