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    ¿Os imagináis, amigos cartófilos, poder visionar imágenes reales de los restos momificados del santo patrón de vuestra ciudad? Lo dicho, instantáneas, fotografias de los auténticos restos de santos y mártires.

     Bien, pues esto es lo que ocurre con el patrón de la ciudad de Girona, Sant Narcís. Ante la inminente celebración de las ferias y fiestas de esta capital, el 29 de octubre,  y cuando preparábamos un reportaje para el diario local en el que colaboramos, nos acordamos de que poseíamos desde hace años y sin enseñarlo a nadie un pequeño “tesoro”: El único reportaje fotográfico realizado el dia 21 de agosto de 1936, cuando una comisión formada por 16 personas, de entre ellas un notario que levantó acta, fué guardado por una de ellas, autora de 18 fotos del obispo, mártir y santo Sant Narcís. Aquellos restos conservados en un sarcófago  ubicado desde tiempos inmemoriales en la capilla del mismo nombre de la basílica de San Félix de la ciudad, al cabo de pocos dias de su reconocimiento fueron profanados, paseados por las calles, y finalmente quemados y lanzados al rio Onyar, según todos los indicios y testimonios de entonces, y salvando otras versiones o leyendas no probadas.

      Por consiguiente, desde hace 75 años justos nadie puede volver a ver los restos del santo que durante 1.629 años, desde su martirio y muerte en marzo del año 307 junto a su diacono Félix, permanecieron en diferentes lugares y sarcófagos, muy posiblemente de manera constante en dicho templo. Por suerte se han conservado estas fotografias, algunas de las cuales publicamos en el reportaje que aparece este domingo dia 23 de octubre de 2011 en el Diari de Girona.

      La tentación del periodista es la de explicar aqui y ahora la información recogida, la transcripción de aquella acta històrica, y aunque fuera muy por encima contar algo de la vida del obispo Narciso procedente de Palestina y tras pasar siete años en Ausburg (Alemanya) llegar a Gerunda; incluida su famosa leyenda de las moscas, que per intercesión del santo hicieron huir a los invasores franceses en tres ocasiones -años 1285, 1653 y 1808 -. Pero nos extenderíamos demasiado y el motivo de este comentario es eminentemente cartófilo y de coleccionista.

     Como podrá comprobar una vez más el lector, buena parte de las colecciones y  los trabajos que realizan los aficionados presentan una relación bien estrecha con la historia; de aqui que la filatelia, la numismática y la cartofilia vengan siendo consideradas como ciencias auxiliares. Por otro lado, desde hace un tiempo y con la proliferación de los archivos locales y de otras instituciones supramunicipales, la conservación de todo aquello que emana de las imprentas está más que asegurada; pero cuando nos introducimos en décadas anteriores, en otros tiempos aunque no sean muy alejados, el soporte y la tarea del coleccionista se convierte en casi imprescindible a la hora de llenar huecos y de ceder aquel material necesario para la recuperación histórica y documental, patrimonio de la generalidad de la sociedad.

    Xavier