Diada Nacional de Catalunya
12 de setembre de 2012
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20 d'octubre de 2012
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     Este articulo pretende ser un reconocimiento y homenaje a tantas personas y colectivos ciudadanos que desarrollan y mantienen viva la cultura de sus pueblos, y que dedicando tiempo y también dinero se encuentran a veces con la incomprensión e incluso con las trabas de determinados intereses creados, bien consolidados hasta en las administraciones públicas.

    El mundo de la cultura en toda su extensión no deja de ser un auténtico CAJÓN DE SASTRE: Educación, Bibliotecas, Museos, Música, Arte, Espectáculos, Fiestas, Medios de Comunicación, Relaciones interraciales y multiculturales, Apartados Religiosos, Ferias, Gastronomia,  Deportes…, y pràcticamente todo lo que se le quiera añadir, hasta las más sonadas juergas. Todo ello es cultura, y con los impuestos que estamos obligados a pagar todos, hasta los pensionistas, parados y mileuristas, demasiado a menudo vemos -por lo que nos informan los medios de comunicación, y por las esporádicas y más bien escasas imputaciones judiciales – cómo se derivan esos cuantosísimos recursos para llenar los bolsillos de la manera más facil y gratuita de determinados negociantes, profesionales de élite, y otras gentes que ni tan siquiera revierten un euro en el país que les apoya y les subvenciona millonariamente. Sin olvidarnos del hábito de crear decenas de empresas instrumentales para dar categoría de legalidad a estos expolios.

   Se podría decir que se estaría practicando la política contraria al actuar de Robin Hood, es decir: Robar a los pobres para enriquecer aún más a los poderosos.

   En estos últimos dias hemos asistido a debates públicos en todos los niveles sobre las ayudas, públicas o privadas, a la cultura; a la subida del IVA; a los recortes presupuestarios, y a otras concesiones. Pero si el lector se fija bien, las quejas vienen de sectores culturales profesionales y empresariales: Cine, Teatro, Espectáculos varios, Deportes de élite, etc. Las capas inferiores de la cultura, las de la calle y las que de verdad dan sustento y viabilidad a todo lo anterior, apenas critican. Y es que en estas actuaciones, la razón de ser del voluntariado, es la solidaridad, el trabajar por “el amor al arte”, y su permanente disposición para colaborar desinteresadamente en beneficio general de toda la sociedad. ¿Profesionales?, claro que tiene que haber, e incluso protegerlos, son imprescindibles; pero unos pocos de ellos perjudican con sus abusos a todo el colectivo.

    Por ironias de la vida, esa labor diaria, de muchos años en algunos casos, y de hormiguitas constantes y anónimas, no está suficientemente reconocida. Por contra, los que presumen, los que sacan pecho y exigen vehementente llenarse los bolsillos con un dinero público a menudo de manera fácil  e insuficientemente justificada, no dejan de patalear.

    Pongamos unos ejemplos que estan en el conocimiento de la calle: Una Comunidad del Levante español regaló 1.000 millones de pesetas -o 6 millones de euros- a un cantante afincado en Miami, que se jactaria de no pagar impuestos aqui. La misma Comunidad, se ha desangrado por sus delirios de grandeza al contratar durante unos años una carrera de la Formula I, para la que ni tenia circuito permanente. Otra Comunidad autónoma también mediterránea, inyectó millones a un Palau de la Musica, fuertemente subvencionado también por el Ministerio de Cultura, y  buena parte de dicho dinero fue expoliado por los gestores de la institución, asimismo para financiar a un importante partido político, según la judicatura.

     Y la rocambolesca historia de un Duque, que con la excusa de supuestos acontecimientos culturales y deportivos y en connivencia con los gobernantes de turno, se habría llevado un pastón, y para más inri fuera de España. O las subvenciones a centros elitistas como un Teatro del Liceo. Y la compra de adhesiones incondicionales via regalar dineros a determinados medios de comunicación -Prensa, Radio y Televisión-. Y los contratos abusivos con artistas y deportistas de primerísima línea, que a la postre y generalmente están domiciliados en el extranjero,  además de colocar allá esos recursos públicos que tanto necesita nuestro país para intentar salir de la crisis.

    En el ámbito municipal, más modesto evidentemente, la cultura del amiguismo ha propiciado abusos sonados, no importa el color del partido gobernante. Asignaciones e incluso sueldos fijos a personas con otros trabajos y negocios, los cuales bajo la etiqueta de coordinadores, asesores, subvenciones o convenios, arruinan las arcas públicas, mientras el trabajo real, constante y voluntarioso lo ejercen la gente de a pie, asociaciones sin ánimo de lucro y particulares. Ayudas al deporte base que se derivan para el  fichaje de jugadores profesionales. Y todo, o casi todo, de manera legal. Cuando a los responsables se les piden cuentas por estas bochornosas actuaciones, se escudan en aquello de que son “decisiones políticas”, y se quedan tan panchos.

    No quisiéramos caer en una aparente demagogia al decir que mientras se cierran aulas y quirófanos, o se dejan de pagar medicamentes o ayudas a la dependencia, o se recortan prestaciones ganadas con el trabajo de toda una vida, los “vividores” de la alta cultura parece ser que todavía nadan en la abundancia de unos recursos públicos cada vez más escasos. La gente se pregunta, nos preguntamos: ¿ Por qué las instituciones que pueden parar esto con la Ley en la mano no lo hacen? ¿Por qué mantenerse en ese vicio de mirar para otro lado y de lavarse las manos ante tan escandalosas evidencias?

    Xavier